Falsa Filantropía. El Juego de Poder detrás del Negocio de la Beneficencia

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En los últimos años ha habido una explosión del número de multimillonarios filántropos. El mejor ejemplo es «The Giving Pledge», una iniciativa de Bill Gates y Warren Buffett a la cual se han adherido 216 personas con el compromiso de donar gran parte de sus propios activos con fines benéficos. Solo el 18% del total de las donaciones se destina a organizaciones que operan en el campo, mientras que la mayor parte del dinero, el 82% termina en fundaciones familiares privadas. Las fundaciones disfrutan de generosas ventajas fiscales, «Por cada dólar invertido en su propia fundación privada, el multimillonario recupera hasta 74 centavos en exenciones fiscales». Para optar a estas ventajas, solo tienen una obligación: invertir al menos el 5% de su presupuesto cada año en obras benéficas. El 95% restante puede conservarse en las arcas de la fundación, lo que las convierte de facto, en fondos de ahorro e inversión. Se estima que a la fecha hay aparcados más de 1200 millones de dólares en fondos fiduciarios de este tipo. La fundación Bill & Melinda Gates es la principal fuente de financiamiento de la Organización Mundial de Salud, OMS, lo que trae como consecuencia su influencia en la agenda de la OMS y le permite determinar las políticas sanitarias a seguir a nivel global. Siguiendo el rastro del dinero de esta falsa filantropía, se observa como las personas más ricas del mundo participan en un juego de poder, donde el dinero es un vector de peso ante la toma de decisiones de las políticas públicas.
La filantropía se define como la tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propio. Es un concepto que se encuentra ligado a otros como: Altruismo, Humanismo, Caridad, Beneficencia, etc. Al mismo tiempo, en la cultura colectiva este concepto viene relacionado con la riqueza de personas y familias. Tal vez por eso la dama de hierro, Margaret Thatcher en su alocución de 1980 afirmó que: «Nadie se acordaría del buen samaritano si sólo hubiera tenido buenas intenciones. También tenía dinero».
La riqueza trae privilegios y en contrapartida trae deberes cívicos respecto a la sociedad de la que se es parte. Es allí, donde surge la filantropía, un concepto que ha ido evolucionando hasta formar parte del vocabulario de los grandes hombres de negocios y que a diferencia de la responsabilidad social corporativa, no se basa en los valores empresariales sino en los valores y objetivos personales.
Entre las variadas formas de filantropía se puede incluir: actividades de ayuda humanitaria, asistencia económica a través de donativos, asistencia social comunitaria, actividades de socorro y salvamento, actividades educativas y culturales, entre muchas otras.
Pero, ¿Se puede ser un auténtico filántropo cuando se extraen beneficios personales o se persiguen intereses particulares al realizar estas actividades? Interés y Beneficio. Estas son las palabras clave para entender el juego de poder detrás de las actividades de filantropía que las convierten en una rama de negocios de tantos magnates millonarios, creando una esfera de influencia alrededor de cuantiosas sumas de dinero.
En los últimos años ha habido una explosión del número de multimillonarios filántropos. El mejor ejemplo de la magnitud de este movimiento es «The Giving Pledge», una iniciativa de Bill Gates y Warren Buffett que nació en 2010 con un grupo de 62 emprendedores y empresarios a la cual, a la fecha, se han adherido 216 personas de todo el mundo, con el compromiso de donar gran parte de sus propios activos con fines benéficos.
En la web oficial se lee que: “The Giving Pledge es un compromiso de las personas y familias más ricas del mundo de dedicar la mayor parte de su riqueza a retribuir”. Con una red de beneficencia y donaciones presente en 24 países.[1]
Observando las estadísticas globales del sector de la filantropía, por ejemplo, en el período del 2013 al 2015, se asignaron alrededor de 23,9 mil millones de dólares a iniciativas benéficas en todo el mundo. Desde entonces, estas cifras han ido aumentando cada año, tanto que según el informe «Wealth-X and Arton Capital Philanthropy Report» las donaciones aumentaron un 3% en 2015 en comparación con el año anterior, que ya había registrado un crecimiento del 6,4%.
No obstante, solo el 18% del total de las donaciones se destina a organizaciones que operan en el campo, mientras que la mayor parte del dinero, el 82% de las donaciones termina en fundaciones familiares privadas, a menudo controladas por los propios donantes y con la posibilidad de pasar a los herederos. Actualmente existen alrededor de 200.000 fundaciones familiares de este tipo en el mundo.[2]
El juego fiscal de la filantropía
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE indica que los delitos tributarios y fiscales consisten en el engaño o tentativo de engaño a la Administración Tributaria con el fin de reducir o eliminar el pago de impuestos. En esta categoría se incluye una amplia gama de actividades que pretenden defraudar al gobierno, entre ellas la evasión fiscal y el aprovechamiento indebido de beneficios fiscales.[3] Sin embargo, estos conceptos parecieran no aplicar cuando se trata de grandes fortunas
Las fundaciones benéficas privadas, especialmente en los Estados Unidos, donde estas entidades nacieron hace más de cien años, disfrutan de generosas ventajas fiscales: «Cuanto más rico es el donante, más barata se vuelve la deducción fiscal para obras de caridad»… «Por cada dólar invertido en su propia fundación privada, el multimillonario recupera hasta 74 centavos en exenciones fiscales», se lee en el informe “Gilded Giving 2020 Pledge, How Wealth Inequality Distorts Philantropy and Imperils Democracy”[4] (La desigualdad en la riqueza distorsiona la filantropía y pone en peligro la democracia. Publicado por el Instituto de Estudios Políticos).
Para optar a estas ventajas, las fundaciones solo tienen una obligación: invertir al menos el 5% de su presupuesto cada año en obras benéficas. Ese 5% puede incluir gastos administrativos, sueldos de los empleados y aportes a otros fondos. El 95% restante puede conservarse en las arcas de la fundación, lo que las convierte de facto, en fondos de ahorro e inversión. Se estima que a la fecha hay aparcados más de 1200 millones de dólares en fondos fiduciarios.
Las deducciones fiscales y el tratamiento tributario privilegiado se aplican al total de donaciones que forman parte del presupuesto de la fundación.[5]
Estas “personas y familias más ricas del mundo” y sus propias fundaciones, también han sentido el peso de la crisis consecuencia de la pandemia Covid-19. Si bien, algunas organizaciones benéficas internacionales de socorro y salud han recibido apoyo con nuevos flujos de dinero durante la crisis del Covid-19; por el contrario, aquellas fundaciones cuyas misiones no están directamente relacionados con la ayuda pandémica, como la promoción social, ambiental y organizaciones culturales y museos, se han visto afectadas por el distanciamiento social, las medidas de confinamiento y el cierre de actividades recreativas que dependen de la presencia física de visitantes.
Los programas de recaudación de fondos fuertemente basados en eventos públicos afectaron el flujo de nuevos ingresos a las fundaciones durante la pandemia.
En abril de 2020, el observatorio Charity Navigator y Reuters realizaron una encuesta a organizaciones sin fines de lucro para saber cómo les estaba yendo durante la crisis. De las organizaciones que respondieron, el 83% dijo que estaban sufriendo económicamente, el 64% de ellos tuvo que recortar sus programas; y el 27% planeaba despedir personal como resultado de la pandemia. Las organizaciones como los bancos de alimentos y los refugios para personas sin hogar se han visto doblemente afectadas, la necesidad de las personas a recibir asistencia de estos programas aumentó drásticamente, mientras estas experimentaban un déficit de nuevos ingresos.
El presupuesto de estas fundaciones depende del flujo de nuevos ingresos pues la mayor parte de sus activos permanecen en fondos financieros y no les garantiza la continuidad de sus actividades. «La premisa es obtener siempre una rentabilidad económica, ya que no hay resultado sin beneficio».[6]
Veamos ahora quienes son los tres mayores filántropos estadounidenses según la revista Forbes,[7] de la lista de los veinticinco gigantes benefactores, que han donado las más grandes sumas de dinero entre el 2014 al 2018:
1. Warren Buffett:
a. Enfoque: Salud, mitigación de la pobreza
b. Total de 5 años (2014-2018): $ 14,7 mil millones
c. Valor neto de donaciones: $ 90 mil millones
d. Donaciones como porcentaje del patrimonio neto actual: 16,3%
En los últimos años gran parte de los 14,7 mil millones de dólares donados por Buffet, fueron transferidos a la Fundación Bill & Melinda Gates.
2. Bill & Melinda Gates:
a. Enfoque: Salud, mitigación de la pobreza
b. Total de 5 años (2014-2018): $ 9,9 mil millones
c. Valor neto de donaciones: $ 109,6 mil millones
d. Donaciones como porcentaje del patrimonio neto actual: 9%
El fundador de Microsoft ha financiado la distribución de anticonceptivos a más de 120 millones de mujeres en los países más pobres y ha financiado algunas investigaciones sobre vacunas para diversas enfermedades, así como sus respectivos los programas de vacunación.
Del mismo modo, esta fundación promueve el desarrollo y producción de la vacuna de Oxford-AstraZeneca contra el Covid-19, que está siendo vendida y distribuida en numerosos países.
Además, la fundación Bill & Melinda Gates es la principal fuente de financiamiento de la Organización Mundial de Salud, OMS. De manera directa, contribuyó con el 9,76% del presupuesto de esa organización, aportando de modo efectivo unos 367 millones de dólares de los 530 millones que se comprometió a donar. De manera indirecta, a través de GAVI, una asociación en la que participan organizaciones de los sectores público y privado que buscan incrementar el acceso a las vacunas los en los 73 países más pobres del mundo (y donde la fundación Bill & Melinda Gates también es el principal patrocinante), aportó a la OMS unos 316 millones de dólares, un 8,9% del presupuesto. [8]
Es así como esta fundación privada desembolsa más fondos que cualquier país, cubriendo el 18,66% del presupuesto de la OMS, dejando en segundo plano los aportes de los 194 Estados Miembros, lo que trae como consecuencia su influencia en la agenda de la OMS y una relación de poder que le permite determinar las políticas sanitarias a seguir a nivel global.
3. George Soros
a. Enfoque: Desarrollo económico, derechos humanos.
b. Total de 5 años (2014-2018): $ 3,1 mil millones
c. Valor neto de donaciones: $ 8,3 mil millones
d. Donaciones como porcentaje del patrimonio neto actual: 34,4%
La fundación Open Society Foundations ha servido para rehabilitar completamente la imagen pública de “especulador sin escrúpulos de las finanzas” que tenía George Moros, a benefactor de alto nivel.
A través de su fundación, Soros ha financiado con 3.100 millones de dólares a partidos y movimientos políticos en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, promoviendo movimientos progresistas, políticas de integración, libertad de expresión y reformas electorales.
Por ejemplo, en Perú, la Asociación Política Transparencia recibe financiamiento de Open Society Foundations para promover una reforma electoral en vista de la crisis política y los constantes cambios de gobierno de los últimos años.[9]
También se ha acusado a George Moros de financiar los grupos de choque ANTIFA y Black Lives Matter que dieron origen a las protestas contra el gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos durante el 2020. En tal sentido, un portavoz de Open Society Foundations envió una nota a Reuters para desmentir estas acusaciones diciendo: «Apoyamos con orgullo a organizaciones que promueven el compromiso cívico y defienden el derecho de todos los estadounidenses a solicitar a su Gobierno la reparación de agravios. Los que protestan por la muerte del señor Floyd y la brutalidad policial en toda la nación lo hacen por una profunda y permanente preocupación por el país; no lo hacen por los pagos de estas fundaciones o ninguna otra, como afirman algunos cínicos».[10]
En todo caso, su interés por influenciar la política de los países sigue siendo un asunto cuestionable.
El volumen de dinero en donaciones manejado por los veinticinco filántropos gigantes reseñados en Forbes alcanzó los 125 mil millones de dólares en cinco años. Casi la mitad de este dinero — 51,6 mil millones para ser precisos — provenía del patrimonio de los primeros cinco mega filántropos.
Estas organizaciones sin fines de lucro, mueven capitales mayores que el presupuesto público de algunos países, llegando a sustituir al Estado que se encuentra cada vez más disminuido en su capacidad de acción e imponiendo una visión del mundo y de las políticas sociales, parcializada hacia intereses particulares.[11]
Otra nota curiosa es como estas grandes donaciones no disminuyen el patrimonio de los magnates millonarios. Por ejemplo, la fortuna personal de Bill Gates ha crecido de $ 54 a $ 120 mil millones en la última década.
En el libro: “¿Rico y bueno? Las oscuras tramas del Filantrocapitalismo” de Nicoletta Dentico, quien trabajó para la OMS durante muchos años, afirma que la fundación Bill & Melinda Gates «recibe cuantiosos fondos públicos para sus actividades privadas, sin que la institución pública que las co-financia tenga voz en el asunto». Muchas de sus actividades para promover el desarrollo en los países pobres están inspiradas en las nuevas tecnologías de la información y respaldadas por la intervención de grandes empresas tecnológicas, entre ellas Microsoft.[12]
Bill Gates no es el único filántropo multimillonario que ha aumentado significativamente su fortuna durante la última década. Durante el mismo período, los 62 súper ricos pioneros de “The Giving Pledge” vieron crecer su riqueza en un 95%, pasando de $ 376 mil millones a un complexivo de $ 734 mil millones de dólares.
Estos millonarios no hacen un gran esfuerzo por separar sus actividades filantrópicas de sus modelos comerciales. Algunos de ellos utilizan la misma estructura corporativa para hacer negocios y administrar sus donaciones. Un ejemplo de ello es Jeff Bezos, fundador de Amazon y quien no se ha unido al proyecto la Promesa de Donación, “The Giving Pledge”.
Bezos, ha donado 2.000 millones de dólares a fundaciones que atienden a los “sin techo” en los Estados Unidos, creando una red de ayudas preescolares para familias necesitadas. Ha hecho donaciones millonarias en el terreno de la energía limpia, ha contribuido con la ayuda a jóvenes inmigrantes y ha provisto de asistencia a los militares veteranos que participen en la estructura política del país. Ayudó a frenar los fuegos salvajes de Australia, a actuar contra el cambio climático y recientemente ha aportado ayudas económicas contra el hambre entre las familias afectadas por la crisis del Covid-19. A estos dos últimos proyectos destinó 10.000 millones de dólares, una cifra nada despreciable, pero que sus críticos revelan como el 0,1% de su riqueza neta.[13]
Cuando en 2018, Jeff Bezos anunció su intención de financiar actividades de beneficencia dijo a través de Twitter: «Utilizaremos el mismo conjunto de principios que han impulsado a Amazon, lo más importante será la obsesión genuina e intensa por los clientes». Inmediatamente surgieron grandes críticas y acusaciones de ironía, hipocresía y falsa filantropía por las malas condiciones de trabajo que ofrece Amazon a sus dependientes.
Amazon ha recibido numerosas denuncias por el trato injusto que da a sus empleados y las condiciones de explotación en las que trabajan. Fuentes fiables revelaron a la BBC que trabajadores de los almacenes de Amazon duermen afuera en tiendas de campaña, porque no pueden permitirse el lujo de alquilar viviendas con los bajos salarios que les paga la empresa. «Jeff Bezos puede promocionarse a sí mismo como un gran filántropo, pero sus trabajadores siguen teniendo miedo de tomarse un descanso para ir al baño o un día libre, porque temen medidas disciplinarias».[14] Todo esto es una gran contradicción.
En definitiva, siguiendo el rastro del dinero de esta falsa filantropía, se observa como las personas más ricas del mundo participan en un juego de poder, donde el dinero es un vector de peso ante la toma de decisiones de las políticas públicas. La relación costo /beneficio sigue siendo prevalente y estas fundaciones filantrópicas terminan siendo un negocio que aporta grandes beneficios a la vez que promueven intereses personales.
[3] https://www.oecd.org/tax/crime/lucha-contra-los-delitos-fiscales-los-diez-principios-globales.pdf
[4] https://inequality.org/wp-content/uploads/2020/07/Gilded-Giving-2020-July28-2020.pdf
[5] Idem 2
[6] Idem 4
[8] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52304822
[10] https://www.reuters.com/article/uk-factcheck-espanol-georgesoros-idUSKBN23W2MH
[11] Idem 2
[12] https://www.amazon.it/Ricchi-buoni-oscuro-filantropia-globale/dp/8830724335
[13] https://www.lavanguardia.com/vida/20200601/481526807432/bezos-contra-gates-los-mas-ricos-y-la-filantropia.html